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En el Día de los Veteranos, el Jefe de Neurocirugía Pediátrica de Stanford Children’s Health Reflexiona sobre el Servicio y Cómo Afecta su Trabajo

“Una de las cosas más importantes de tener en una sala de operaciones es un capitán que mantenga la calma bajo presión”
STANFORD, California, (informazione.it - comunicati stampa - salute e benessere)

“Una de las cosas más importantes de tener en una sala de operaciones es un capitán que mantenga la calma bajo presión”, señaló el Dr. Gerald Grant, Jefe de Neurocirugía Pediátrica en Stanford Children’s Health y ex teniente coronel de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. “Cuando has estado en la guerra, entiendes cómo tener una presencia imponente, cómo tomar decisiones rápidas y cómo mantener la calma”.

Gerald Grant, MD, chief of pediatric neurosurgery at Stanford Children's Health and Lucile Packard Children's Hospital Stanford, is a former lieutenant colonel in the U.S. Air Force. "My time in Iraq is definitely a part of who I am, and I think it has played a large role in helping me care for kids," said Grant, pictured here with patient Emily Zimmerman of Reno, NV. (Photo: Business Wire)

En el Día de los Veteranos de 2014, Grant está reflexionando acerca de su servicio a nuestro país y de cómo afecta la atención que salva vidas de los niños. En 2005, en el apogeo de la guerra de Irak, Grant fue uno de los 18 cirujanos de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y del Ejército en un hospital de campaña en la base aérea de Balad, la mayor base militar de los Estados Unidos, en Irak. Ubicado en las afueras de Balad en el Triángulo Suní, la base albergaba al Hospital del Teatro de la Fuerza Aérea, un centro de trauma de nivel 1.

Llegaban sin parar. Los soldados heridos, los combatientes de las Fuerzas Especiales, los civiles que se encontraban en el lugar equivocado a la hora equivocada, incluso terroristas bajo vigilancia, muchos con heridas que los doctores nunca habían visto antes.

Grant, en ese momento, un mayor de la Fuerza Aérea de 39 años de edad que acababa de terminar su residencia en la Universidad de Washington, fue Jefe de Neurocirugía del Hospital del Teatro. En el marco del Programa de Becas de Profesiones de la Salud, la Fuerza Aérea había pagado para que él asistiera a la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford y que se convirtiera en médico. A cambio, Grant sirvió a su país con orgullo en el servicio activo desde 2002 hasta 2006.

Pero su crisol fueron seis meses en Irak.

Con un mínimo de personal y demasiados pacientes, él hizo un poco de todo. La experiencia de operar bajo fuego, los insurgentes constantemente lanzando cohetes contra la base y tener que hacer frente a las heridas infligidas por los dispositivos explosivos improvisados que los médicos se sorprendieron que no habían sido mortales, mejoró su práctica como ningún otro tipo de capacitación lo haría.

Grant, también profesor asociado de neurocirugía en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, señaló que no hay nada como la experiencia de la guerra para acelerar, para siempre, el tiempo de reacción de un cirujano o aumentar sus instintos en la sala de operaciones.

“Estábamos tratando con heridas que nunca habíamos visto o tratado antes”, señaló Grant. “No estábamos acostumbrados a las lesiones causadas por algunos de estos dispositivos caseros, incluidas las bombas de carretera que un terrorista podía detonar con un teléfono celular. Veíamos a personas con pedazos de la carretera incrustados en su cerebro, y sobrevivían. Pero aún así teníamos que desarrollar tratamientos para ellos”.

Y, en medio de una cirugía, no era raro escuchar las sirenas de los ataques aéreos.

“Las llamaban ‘alerta roja’ y todos teníamos que entrar en el búnker de seguridad”, señaló Grant. “Muchos de los cohetes aterrizaban cerca del hospital, la mayoría nunca explotaron o fueron desactivados por un equipo especial antibombas. Sin embargo, no podíamos refugiarnos, no mientras alguien estuviera sobre la mesa de cirugía”.

Eso hizo que los médicos y las enfermeras se vuelvan especialmente vulnerables a los ataques, pero todo era parte del trabajo, señaló Grant. Incluso tratar a terroristas peligrosos estaba incluido en el día a día.

“Estábamos tan ocupados que no teníamos tiempo para pensar en ello”, señaló. “Nuestro trabajo era ser lo más rápido y eficaz posible”. Después del tratamiento de emergencia, casi siempre se transportaba a los soldados estadounidenses al Landstuhl Regional Medical Center, en Alemania, para recibir atención a largo plazo.

Grant, esposo y padre de tres hijos: dos varones de 10 y 14 años, y una niña de 12 años, señaló que hay muchos paralelos entre los niños que ahora ve y sus antiguos pacientes soldados.

“Ambos son tan resistentes”, señaló. “Quieren volver a lo que estaban haciendo, ya sea combatir en la guerra o regresar a jugar”.

En cuanto a Grant, las habilidades que adquirió en Irak también lo convirtieron en un neurocirujano más resistente para los casos que ve en el Lucile Packard Children’s Hospital Stanford. Ya no opera bajo los ataques de misiles, pero atender a pacientes de trauma de guerra en triaje lo volvió rápido para detectar señales de advertencia críticas, incluido cuando la sangre de un niño no coagula adecuadamente y para saber cómo intervenir con la atención temprana.

“Siento que puedo percibir los problemas con prontitud porque tengo tanta experiencia en situaciones de emergencia en condiciones austeras”, señaló Grant, que se enorgullece de ser veterano. “El tiempo que pasé en Irak es, sin duda, una parte de lo que soy, y creo que ha jugado un papel importante para ayudarme a atender a los niños”.

Acerca del Stanford Children’s Health y Lucile Packard Children’s Hospital Stanford

Stanford Children’s Health, con Lucile Packard Children’s Hospital Stanford como sede central, es un líder internacionalmente reconocido por su cuidado infantil de clase mundial y por los resultados extraordinarios en todas las especialidades de pediatría y obstetricia, desde las rutinarias hasta las inusuales, para todos los niños y mujeres embarazadas. Junto a los médicos, enfermeras y personal de Stanford Medicine, ofrecemos nuestra investigación y atención innovadoras a través de asociaciones, colaboraciones, difusión, clínicas especializadas y centros de atención primaria en más de 200 localidades de la región occidental de los EE. UU. Como organización sin fines de lucro, estamos comprometidos a apoyar a nuestra comunidad (desde el cuidado de niños sin seguro o con seguro insuficiente, adolescentes sin hogar y madres embarazadas, hasta la ayuda para restablecer el cargo de enfermeras escolares en las escuelas locales). Para obtener más información sobre nuestra completa gama de programas de excelencia y nuestra red de atención, visite stanfordchildrens.org, y nuestro blog Healthier, Happy Lives. Únase a nosotros en Facebook, Twitter, LinkedIn y YouTube.

El Lucile Packard Children’s Hospital Stanford es la sede central del Stanford Children’s Health y es uno de los mejores hospitales de la nación para el cuidado de los niños y las mujeres embarazadas. Por una década, hemos sido clasificados como el hospital de niños número 1 en el norte de California de acuerdo con la encuesta Best Children’s Hospitals 2014-15 de U.S. News & World Report y somos el único hospital en el norte de California en recibir el Top Children’s Hospital award nacional para 2013 de Leapfrog Group por calidad y seguridad en la atención del paciente. Descubra más en stanfordchildrens.org.

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